jueves, 15 de mayo de 2014

Río de Janeiro, Brasil

Río es una ciudad que engaña. Para empezar, no tiene río. Tiene mar, una bahía salada, lagos dulces, varios montes, montañas, playas… Pero ningún río. Por lo visto la explicación está en que los primeros colonos llegaron a la parte de la bahía, y pensaron que era una desembocadura. Como esto sucedió en enero de 1502, se bautizó como San Sebastián de Río de Janeiro. Si bien la parte más falaz del nombre se ha consagrado como topónimo de la ciudad hasta hoy, el patrón, que se ha perdido de la denominación, sí sigue siéndolo.
Lo siguiente que engaña es su morfología. El barrio del “centro” de la ciudad, no es su centro de vida, y tampoco queda en el centro geográfico. Las zonas más visitadas quedan bien lejos de lo que fue el primer asentamiento colonial. Seguramente les sonará Copacabana, Ipanema, Cristo Corcovado, Pan de Azúcar, Maracaná, Sambódromo… incluso las favelas. Y no tanto la catedral, Lapa o Cinêlandia, ¿verdad? Pues bien, de la primera enumeración nada queda en el centro.
En mi traviaje dispongo de un día libre en Río de Janeiro antes de comenzar con el trabajo, por lo que voy a aprovecharlo al máximo. En el hotel ofrecen los servicios de un tour de 8h en el que se visitan las principales atracciones turísticas, con churrasco a medio día incluido, así que éste es el mío.
La primera visita es al Pan de Azúcar. Debemos coger el bondinho (teleférico) que tiene dos tramos. El primer tramo llega hasta el monte Urca, donde ya se gozan de unas vistas privilegiadas de la bahía Guanabara (¡éso que se pensaban que era un río! Si hubieran subido a Urca se habrían dado cuenta enseguida del error, lástima que en 1502 no se pudieran comprar los tickets para el bondinho). La flora y fauna aquí son excepcionales, se puede pasear por la cima hasta llegar al acceso al segundo tramo de teleférico, que nos lleva hasta nuestro destino: la cima del Pan de Azúcar. El nombre del Pan de Azúcar por lo visto también proviene de una confusión, ya que los indígenas llamaban a la montaña “Pau-nh-acuqua” (la alta colina), que los portugueses asociaron con el nombre actual y así quedó bautizada. Desde su cima, además de la diferencia de altura con Urca para otear la bahía, la metrópolis y el mar, se puede disfrutar de una panorámica de la playa de Copacabana.

 

Nuestro tour express nos lleva ahora hasta Maracaná, que tampoco es el nombre oficial. El estadio se llama Mario Filho en honor a un periodista local, y se encuentra en el barrio de Maracaná, que le da su sobrenombre más popular. Se puede visitar el pequeño museo e incluso pisar el césped, pero el tour express sólo da para una foto en la entrada principal.


La siguiente parada express es en el Sambódromo, que fuera de la temporada de carvanal es una avenida de 700 metros con gradas a los lados, cortada al tráfico. Debe ser espectacular verlo lleno de gente, luz y color.

 

Y la tercera y última parada fugaz donde hacer la foto de rigor es en la catedral de San Sebastián, del siglo XX y arquitectura cónica. Nuestra próxima parada ya nos va a llevar un poco más de tiempo, pues vamos a degustar ese churrasco tan apetitoso.

 

La comida en Brasil es muy variada y rica, desde frutas éxoticas tropicales, hasta carnes y guisos de todo tipo (frijoles, pescados, marisco…). Para gustos los colores, y en Brasil para gustos la gastronomía. Y qué decir de la cocktelería. Nunca defraudan.
La tarde la dedicamos entera a subir al Cristo Corcovado. No es tarea trivial, pues se encuentra a 710m sobre el nivel del mar, y claro está partimos desde el nivel del mar ya que hemos comido en la playa de Copacabana. Hay que acceder por el Parque Nacional de Tijuca hasta Paineiras, donde dependiendo de la opción escogida se puede continuar hasta el Cristo en furgonetas propias del parque o tren (son los dos únicos medios acreditados). El Cristo se construyó en 1921 con motivo del centenario de la independencia de Brasil de Portugal, en piedra de jabón. En su base se encuentra una capilla, y lo mejor que tiene, además de la foto de rigor con los brazos extendidos, es la vista de Río con el Pan de Azúcar como antesala del Atlántico.

 
Para finalizar el día, me recomendaron una Capirinha tradicional con cachaça Nêga Fulô, lima y hielo, y a ser posible con vistas a una playa o a la laguna Rodrigo de Freitas.


Antes de dejar Río, no podía dejar de dar un paseo por las playas de Ipanema y Copacabana. En cualquier época del año se puede gozar de buena temperatura para dar un grato paseo, o incluso un baño. Los locales me contaron el secreto de que ellos prefieren la playa de Barra, unos pocos kilómetros más al sur, pero no se lo digan a nadie más.

 
Respecto a la seguridad al ir sola por la ciudad, no tuve ningún problema ni encontré ninguna situación inconveniente, si bien es verdad que tuve la precaución lógica de no meterme en sitios insospechados a horas insospechadas. Durante el día vi bastante policía y agentes de seguridad por las distintas zonas. También es cierto que mi visita ha tenido lugar a un mes del comienzo de la copa del mundo de fútbol, y el país y la cuidad viven con la vista puesta en el evento que van a acoger recientemente (amén de las olimpiadas que se esperan para dentro de 2 años, en 2016, y cuya preparación es patente en las numerosas infraestructuras en construcción).
A la hora de trabajar en Rio, se cumplen bastante los tópicos del carácter latino: hay buen ambiente de trabajo, prácticamente diría entre amigos; con calma, sin agitación, pero tampoco con desidia. Ha sido un placer trabajar con cariocas (como se conoce a los locales de Río). Lo peor de todo: el tráfico. El volumen propio de una gran ciudad con más de 6 millones de personas, absorta en obras faraónicas con planificación insuficiente (se han derruido puentes para sustituirlos por túneles, que están inacabados) y con escasa oferta de transporte público.
 


Otra de las cosas que siempre me llama la atención cuando traviajo es el parque automovilístico local. En este caso, como curiosidades destacar que: las marcas de coches Opel o Dacia no se comercializan en Brasil, aunque sí sus modelos bajo la compañía matriz (Chevrolet y Renault respectivamente). Y un modelo de Volkswagen, tan adecuado para el país del fútbol: el “Gol” (hermano pequeño de los modelos Golf y Polo). Y por último la señal de “stop”, me consta que en general en Sudamérica aparece como “pare”, tiene sentido, ¿no?

1 comentario:

  1. Chiquilla pero q bien escribes!No conocía esta faceta tuya!Me ha encantado leer sobre tu experiencia en Río, espero ansiosa próximas entradas!muas!

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