domingo, 29 de marzo de 2015

Rayong, Tailandia

En mi traviaje a Tailandia no esperéis fotos de templos ancestrales y playas paradisíacas, debo recordar que vengo a trabajar... ¡Qué más hubiera querido yo! Pero en este caso no hubo tiempo para esparcimiento por varias circunstancias: me encuentro en una región poco turística y alejada (a 2 horas en coche al sur de Bangkok), tengo el tiempo justo de lunes a viernes, y la situación política es algo inestable por lo que también me recomiendan no desperdigarme por ahí yo sola. Aún así la vivencia me da para contaros lo más destacable de la semana en este post.
A pesar de llegar cansada tras 12 horas de vuelo desde París a Bangkok, ya en el aeropuerto tengo muy buena impresión del país: jardines cuidados, pinturas con motivos tradicionales, 12 esculturas de demonios guerreros (luego descubrí que son réplicas de las del templo del buda de la esmeralda - Wat Phra Keao - en Bangkok), ... Y el inevitable cambio de temperatura y humedad al viajar en febrero de un París nevado, a un clima tropical, ya que el calorcito a mí encanta.
 


Nada más salir del aeropuerto y en esas dos horas de trayecto que tengo hasta mi hotel, veo por la carretera monolitos de tributo al rey y la reina (Tailandia es una monarquía constitucional, vamos parecido a lo que tenemos en España, pero son algo más ostentosos en sus manifestaciones. Bueno va, para ser más rigurosos, según la wiki: en las monarquías constitucionales el rey conserva el poder soberano o bien lo comparte con el pueblo; en cambio, en las monarquías parlamentarias la soberanía reside en la voluntad popular siendo el monarca una figura esencialmente simbólica). También veo algún que otro monumento religioso, son mayoritariamente budistas, y la diferencia con el catolicismo ya viene siendo más vasta que en el terreno político... Así que ya no me meto en este jardín, buscad en la wiki por vosotros mismos ;).
 

 
En la anterior foto de la reina ya se aprecia que la conducción es por la izquierda, aquí algún ejemplo más donde al menos lo indican en inglés. También me llamó la atención que muchas de las motos no usan casco, e incluso no es difícil ver en ellas a 4 o 5 ocupantes.
 
 
 
El hotel donde me alojé está al pie del Golfo de Tailandia. Aunque las playas que tengo enfrente no son muy turísticas, las vistas al mar es algo que también me gana, por lo que fue un motivo más de que la estancia se me hiciera tan agradable. Una de las noches mi contacto principal me sugirió cenar en un espigón frente al hotel. Tienen montado como un chiringuito donde te sientas en el suelo y sirven marisco y pescado fresco. Por si eso no fuera bastante exótico, a mitad cena aparece un elefante con su cuidador, me aseguran que no es habitual verlos por esta zona ya que se suelen encontrar más al norte, así que me siento totalmente afortunada. Y habrá quien piense, es la típica cena con espectáculo, seguro que os timaron allí... Pues bueno el precio de dicha cena al cambio fue de 5€ (sí, los dos, no por persona).



Siguiendo con el tema de la comida, por el lado gastronómico tengo que decir que es uno de los países donde mejor he comido en todos mis traviajes. Lo primero la variedad en ingredientes (frutas y verduras tropicales que no recuerdo el nombre ni de la mitad, pescados y marisco, frutos secos,... ), y todo delicioso, con sabor de verdad no como algunas frutas que comemos aquí. Lo segundo porque sólo usan cuchara y tenedor (¡nada de palillos inmanejables como en otros países asiáticos!), y como no usan cuchillo (es considerado un arma y eso no queda bien encima de la mesa) pues todo viene ya despiezadito y cortadito para que sólo sea pillar molla y degustar... Y no acaba aquí, lo tercero es el ambiente, ya que por la buena temperatura que tienen durante todo el año la mayoría de restaurantes no tienen ni paredes, con lo que estás comiendo al aire libre rodeado de vegetación y con un poco de suerte (como la mía), con vistas al mar. En definitiva, el paraíso terrenal para los amantes de la gastronomía.

 
Si tengo que poner algún pero, como habitualmente en Asia, tiene que ser en el postre. Ya he dicho que las frutas son fantásticas, pero a mí me falta el chocolate, un flan, natillas o algo con extra de azúcar refinada (ya sé que no es lo más sano, pero otros fuman, así que esta es mi adicción). Para poneros en tesitura, os dejo aquí la carta de postres (como veis a base de leche de coco, maíz, judías, ... ). Yo pedí la que son como trozos de patatas rojas, que además venía caliente... Lo probé pero como ya imagináis, no pude con ello.
 
 
De la cuidad en la que estuve, no era una gran urbe, sino más bien todo construcciones bajas. También llama la atención la cantidad de cableado externo propio de los países aún en desarrollo. Y muchos comercios están directamente abiertos a la calle, como en éste donde paramos a comprar frutas exóticas para degustar. A destacar la especie de coco verde con pinchos grandota de la izquierda, es el famoso "durian", una fruta que huele fatal, fatal, fatal (hasta el grado de que en mi hotel está prohibido explícitamente entrar con ella), pero que sabe muy rica. Es muy cómodo comprarla también deshidratada para evitar el olor y disfrutar de su sabor.
 

 
Bueno y a lo que hemos venido, a trabajar. En algunas empresas era necesario que me vistiera de vaquero de arriba a abajo (por seguridad), con el calorazo y la humedad que hacía... Y además hasta me exigían entrar con casco, parezco de reformas a domicilio, jeje. Y en el día a día contraste entre los sitios más desarrollados y los menos, no era difícil encontrarme un urinario femenino de este modelo (aunque no siempre):

Respecto al trabajo diario, también he visto contrastes entre las 3 empresas que visité: desde muy modernas y tecnológicas hasta más rudimentarias pero en evolución. Acerca del trato personal, será por lo de los países cálidos que el carácter es muy acogedor y abierto, que han hecho que mi estancia durante la semana sea un placer trabajar con los locales. En este caso, al ser un país más grande supongo, creo que el 100% de personal ha sido tailandés. Es el país de las sonrisas, y la frase no es gratuita.